jueves, 1 de septiembre de 2011

LIC. GABRIEL RAMÍREZ PASILLAS
DIRECTOR GENERAL DEL INSTITUTO
AGUASCALENTENSE DE LA JUVENTUD
En la actualidad el registro de actos de violencia como el homicidio,
suicidio y corrupción está encabezado por jóvenes
de 16 a 21 años; uno de los argumentos de la sociedad
es que la causa de estos actos es la información, imágenes y
sonidos a los que tiene acceso el joven a través de los medios
de comunicación.
La población más vulnerable son los niños y adolescentes, debido
a que su corta edad no les permite hacer juicios de valor
correctos respecto de la información que reciben. Además
de ser una etapa en la que la búsqueda de identidad e integración
social es latente. Esta vulnerabilidad provoca que los
medios de comunicación sean criticados en muchos sentidos
y quizá el principal receptor de esas críticas sea la televisión,
a partir de que es el medio masivo de comunicación que más
expansión ha tenido en estás ultimas dos décadas.
En el ámbito televisivo se han criticado las caricaturas, los comerciales,
los programas unitarios, las series, las películas, los
videos musicales, las novelas juveniles, etc. Debido a que se
mueven en un rango muy ambiguo con respecto a lo adecuado
o inadecuado de la información que transmiten y donde, para
muchos, su contenido es correcto y justo respecto de lo que desean
expresar a los televidentes; mientras que para otros sectores
de la sociedad existe un exceso en su contenido violento
y/o sexual, un vocabulario inapropiado o conductas inmorales.
Debido a lo anterior, la discusión acerca de la censura, de lo
correcto y lo incorrecto, de la libertad de expresión y lo relacionado
con el cambio generacional y las “modas”, colocan a la
juventud en una disyuntiva para decidir que es creíble y que
no, respecto de la información que obtienen de la televisión.
Quizás, si se tuviera que plantear una única causa, el factor
común sería la influencia del ambiente en el que habita el joven;
pues es el entorno y las escala de valores, lo que lleva
al joven a entender de una manera particular lo que se le presenta
como una actividad o acción normal dentro del contexto
televisivo. Es decir, que el ambiente y los valores llevan al joven
a imitar conductas, utilizar productos anunciados, creer
las situaciones presentadas, utilizar el lenguaje escuchado y
más aún, hacer de la televisión una ventana del mundo real
–aunque la mayoría de las veces diste de ello-.
Es evidente para la sociedad, que los medios de comunicación
provocan cambios drásticos y continuos en la ideología de
los jóvenes, dejándose llevar por la información presentada,
disminuyendo la capacidad para discernir entre la información
correcta e influyendo por lo tanto su propia identidad. De
acuerdo con lo anterior, entendemos que existe una buena
parte de la sociedad que está en desacuerdo con los medios
de comunicación, pero dados los cambios en la estructura de las
 sociedades del mundo, los avances de la tecnología y las
secuelas de la famosa “globalización”, resulta imposible privar
o mejor dicho controlar el acceso de los jóvenes a toda la información
que circula por la vía de la televisión y los demás
medios masivos de comunicación.
En este sentido es apropiado señalar la importancia del papel
que juega la familia en la adecuada formación de valores. Esto
constituye la base de un criterio selectivo, que a su vez, permite
al joven desenvolverse positivamente dentro de la sociedad,
además de proporcionarle los elementos necesarios para no
permitir influenciarse por la información previamente manipulada
por los medios de comunicación.
Con base en lo anterior se puede concluir que los medios de
comunicación poseen algunos elementos negativos y, sin demeritar
la función que tienen en la sociedad, la manera más viable
para evitar que sean una mala influencia para los jóvenes,
consiste en una formación adecuada de valores dentro del núcleo
familiar.

                              



http://ver2.imjuventud.gob.mx/pdf/M%C3%A9xico_Joven/2006/enero_febrero_06.pdf

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